Cuando yo era muy pequeña mi madre me quitó el chupete y lo suplió por la leche condensada y los caramelos. Todas las mañanas, me despertaba con la cara pegajosa por el azúcar…
En la actualidad mucha gente dice que las chucherías son malas para la salud del niño y yo digo que con mesura y todo en su justa medida, podemos darles a nuestros hijos/as esas deliciosas golosinas.
A mi hijo, por ejemplo, le doy una golosina como premio. Es decir, cuando le quité los pañales, para incentibarle a que hiciera sus necesidades en el orinal, cada vez que hacía pipi le daba un premio y así fue como conseguí que lo tomara como una costumbre.
Como a casi todos los crios/as, no le gusta para nada la hora del baño y mucho menos lavarse la cabeza, pero como sabe que al final tiene su recompensa pues entra en la bañera tan feliz.
No digo que nos pasemos el día dándoles a nuestros hijos todas las chucherías que quieran pero sí que de vez en cuando les podemos dar ese pequeño capricho que tanto nos gustaba a nosotros a su edad. Sólo debemos acordarnos de lo felices que nos poníamos cuando nuestra madre nos daba una golosina.