El hecho de comenzar a cumplir con el ritual de la comida y la alimentación del bebé es un importante suceso tanto para el recién nacido como para su madre; el hecho de no alimentar correctamente a su hijo es algo que trauma y preocupa increíblemente a la mujer, y cuando ocurren hechos como que el bebé no succione bien el pecho, o cosas como el tener poca leche, las madres se sienten culpables, y empiezan a pensar que hay algo que no están haciendo bien.
Esto muy probablemente es conversado con las abuelas, que desde la voz de la experiencia aclaran que este tipo de sucesos son bastante normales, pero esto no es consuelo para la madre, ya que se siente insegura acerca de cómo proseguir con la alimentación de su bebé, y además se deja ganar por su sentimiento de inexperiencia.
El hecho es que cuando los bebés están en sus primeros días de vida, no sienten una separación real entre ellos y su madre, por lo que podría decirse que sienten lo mismo que sus progenitoras, en el mismo momento. Captan a la perfección el clima emocional que los rodea, y si éste esta signado por la angustia o el malestar, el bebé comenzará a sentirse angustiado y malhumorado, por lo que será mucho más difícil cumplir el objetivo de darle de comer.
Es importante que la madre se relaje, y entienda que el hecho de darle de comer a su hijo no sólo sacia una función vital, sino que también representa un momento de unión y acercamiento entre ella y su bebé, por lo que además de alimentar el cuerpo del niño, no hay que olvidarse de alimentar la relación madre-hijo.
